Decidí caminar un poco antes de buscar un taxi, un repartidor de comida en bicicleta se acercó a preguntarme porque habían tantas personas con cámaras frente al Juzgado de Familia.
Le respondí con una sonrisa:
"Primer matrimonio de dos personas del mismo sexo celebrado en un juzgado familiar."
Su expresión me recordó que al salir del juzgado el mundo seguía siendo el mismo.
LOS CONTRAYENTES
Los contrayentes son Marco Castillo y Rodrigo Campos.
La prensa se ha hecho presente por la carga simbólica de esta unión, no se trata de la primera bajo el reciente reconocimiento del matrimonio civil como un derecho humano en Costa Rica, pero es la primera que se realiza en un Juzgado de Familia.
A esto se suma el hecho que Marco Castillo no es ningún desconocido, ha sido una de las cabezas visibles en la lucha por los derechos de la población sexualmente diversa, fue el abogado que casó a Laura y Jazmín, aprovechando un error en el registro del género de una de ellas, un evento que puso en evidencia al aparato estatal: nunca el Registro Civil ha sido tan expedito en corregir un error de este tipo.
Este acto: casar a dos personas adultas que técnicamente no tenían ningún impedimento para hacerlo, lo puso en la mira del odio de muchas personas.
El juez Francis Porras sancionó a Marco Castillo con trece años de impedimento para el ejercicio notarial, algo que para muchos resultó desproporcionado.
El día de mañana, el mismo juez vendrá a solicitar que se anule el matrimonio entre Marco y Rodrigo.
No comprendo la amenaza que ven algunos en el acto de hoy.
Yo solo veo dos personas adultas que se aman, y deciden formalizar esta unión.
Mientras coloca un anillo en el dedo de Rodrigo, Marco menciona las luchas que han tenido que dar para llegar a este momento, termina diciendo:
"Te amo."
No puedo evitar que se me humedezcan los ojos.
LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD.
Vuelvo a mi papel de periodista.
Le pido declaraciones al testigo y juez superior Luis Fernando Fernandez:
"Las bases del sistema democrático están en la Revolución
Francesa, son los principios de igualdad, libertad y
fraternidad. Igual tratamiento para todas las personas,
estamos dando un paso por la igualdad."
¿QUIÉN GANA AQUÍ?
Mientras mis colegas piden entrevistas a los recién casados, veo salir a la jueza Mauren Solis y decido ir tras ella.
Me interesa su perspectiva, y lo que dice me toman por sorpresa:
"Lo que ha pasado hoy es la apertura de la ley de familia, al
derecho de las familias costarricenses a un nuevo modelo de
familia."
Me gusta esta idea, hoy hemos ganado un nueva forma de hacer familia, tan valida como otras.
¿Cómo hacerlo entender a las personas que están allá fuera?
DE VUELTA CON EL REPARTIDOR EN BICICLETA.
Mi interlocutor me sigue por espacio de doscientos metros mientras camino, no entiendo que espera de la conversación, o cuál es su objetivo al seguirme.
Yo le expongo desde varias perspectivas que no le afecta en nada que dos personas adultas contraigan matrimonio sin importar su orientación sexual.
Él se limita a decir que no está de acuerdo, sin dar razones.
Supongo que puedo esperar la misma calidad de argumentos del juez Francis Porras.
Finalmente detiene la bicicleta y me dice:
"Yo a veces prefería tener aquí a un dictador, esos no aguantan ninguna de esas cosas."
Le hago ver que los dictadores cometen crímenes contra sus ciudadanos.
Me responde:
"A veces hay que matar a la gente."
Un silencio.
Una confrontación de miradas.
Pedalea con fuerza y se aleja.
Hay personas que preferirían ver el mundo arder antes de renunciar a su privilegios de
género, etnia u orientación sexual.
No voy a permitir que el odio de otros amargue mi vida.
Creo en el amor, y estoy feliz porque las personas no tengan que ocultar sus afectos.
Decido caminar con orgullo, porque podemos ser mejores.
Hoy dos personas han formalizado una relación de años.
Estoy seguro que para cuando publique esto la sociedad no estará desintegrada.
No lloverá fuego del cielo.
Nuestras vidas serán como han sido hasta ahora.
Solo seremos un poco más iguales, y con suerte estaremos listos para la fraternidad.