Fue durante la mañana del día de la madre.
Por un instante pensé:
“Tengo que llamar a la abuela”.
De inmediato me invadió la comprensión.
La abuela ya no está.
Mi hijo me vio llorar por primera vez.
Mi padre me inculco la idea que la vida encuentra su propio balance.
Nuevas vidas comienzan, mientras otras terminan.
Pero la partida de nuestras matriarcas deja una marca diferente.
Nacemos a la vida y damos comienzo a un camino compartido con nuestras madres.
Las abuelas ya han recorrido ese camino, detentan un privilegio ganado a fuerza de soplar los raspones en las rodillas, y besar los golpes en la frente para sanarlos.
Siempre han sido abuelas para nosotros, ese misterio de ser la madre de nuestros padres, ese reconocimiento de los rasgos ocultos que saltan una generación.
De alguna forma son un componente fundamental en las coordenadas de nuestra identidad, y cuando ya no están es imposible no sentirnos perdidos.
Despedimos a la abuela a .nales de mayo, cuando el cielo se abre en cascadas de agua fría.
Yo fui el ultimo en despedirse, mientras empujaba la caja de madera en el nicho del cementerio.
Después me quede inmóvil bajo la lluvia hasta que dos de las personas que más amo en la vida se acercaron a compartir su paraguas.
Mi abuela pintaba oleos y acuarelas, que colgaba de las paredes y suavizaban las texturas de su tosca
casa de madera.
Estos contrastes se extendían hasta la relación con el abuelo, un hombre que era como una
herramienta de hierro forjado, de naturaleza solida y franca.
El abuelo tallaba yugos de madera para enjaezar los bueyes a las carretas, y los decoraba con motivos de flores intrincadas que pintaba a partir de moldes de papel cebolla.
Tengo varios de esos bosquejos, si uno los observa con atención resulta evidente que hay dos trazos diferentes, un trazo cuadrado y de lineas rectas, el del abuelo, y un trazo que trata de remplazar los ángulos por curvas más amables, los de la abuela.
Esos trazos suaves son los que conservo, como los rasgos ocultos que saltan una generación.
INSTANTÁNEAS
Instantáneas es un proyecto a largo plazo de JP Monge.
Imágenes individuales que acompañan relatos cortos del eterno cotidiano.
Cada tanto una nueva instantánea, como quien deja sus huellas en la arena esperando que las borren las mareas.
JP MONGE
Lo mío es contar historias, en fotografía, video o por escrito.
Soy fotógrafo documental, director de cine, escritor y docente.
Mi trabajo se ha publicado y exhibido en varios países, a veces me han premiado y a veces no.
Vivo en Monteverde, el bosque nuboso de Costa Rica.
Aquí comparto mis inquietudes, las cosas que aprendo y las cosas que amo.