Para mi padrino, el de las historias...

Mi padre vive preguntándome por cosas que pasaron antes de que yo naciera.
“Acórdate, ahí por la Cervecería la Traube”
“Acórdate de la camioneta de Papá”
He terminado por hacer míos recuerdos de cosas en las que no estuve presente.
Hablo de la expulsión de los jesuitas, del golpe de estado de los Tinoco, como si yo hubiera estado, como si hubiera sido yo, y no mi bisabuelo el ordenanza del General al mando del Cuartel Bellavista.
Así es como he terminado tomando café frío en las montañas de Honduras, porque encender un fuego podría alertar a las guerrillas.
He recorrido kilómetros interminables en moto para dar clases en pueblos perdidos en mitad de las montañas.
Una vez me invitaron a cortar plátanos para llevar a mi casa, y una serpiente saltó de entre los frutos directo a mi rostro.
Por puro reflejo extendí el machete, y el bulto inerte del reptil cayó a mis pies.
“El maestro es una máquina para matar culebras”, decían después en el pueblo. 
¿Lo decían de mí o de mi padrino?
Este ejercicio de la memoria me atraviesa, y me confunde el orden de los días.
Algunas veces he despertado en mitad de la noche, asustado por el recuerdo del estruendo de un rifle de asalto.
¿Fui yo él que aprendió a disparar una ametralladora en las montañas de Aserrí a los doce años?
¿O es el recuerdo de alguien más?
Por lo general siento que estas memorias me enriquecen: el olor del fogón, la nostalgia de ver a mi marido dirigirse a los cafetales con las primeras luces del alba. 
El problema es que esta capacidad de ensoñar los recuerdos de otros comienza a extenderse a mis amigos.
Me he descubierto contando la historia de Don Joaquín en Carrizal de Alajuela, que en una riña inmovilizó a su adversario abrazándolo contra un árbol, y fue tanta la presión de sus brazos que el árbol se secó.
Se me hace necesario convocar todas esas memorias, las mías y las ajenas, tratar de ordenarlas en un todo coherente.
Supongo que esta necesidad nos acompaña desde el día que estuvimos sentados alrededor del fuego, y uno de nosotros comenzó a relatar los acontecimientos pasados, como si los hubiera vivido, y el calor nos acariciaba la piel desnuda, y nuestra tribu seguía las rutas de otros animales, y en el relato del pasado dábamos sentido al presente, ese momento… ¿Lo recuerdan?
Golfo de Nicoya, Costa Rica.

Golfo de Nicoya, Costa Rica.

INSTANTÁNEAS
Instantáneas es un proyecto a largo plazo de JP Monge.
Imágenes individuales que acompañan relatos cortos del eterno cotidiano.
Cada tanto una nueva instantánea, como quien deja sus huellas en la arena esperando que las borren las mareas.
JP MONGE
Lo mío es contar historias, en fotografía, video o por escrito.
Soy fotógrafo documental, director de cine, escritor y docente.
Mi trabajo se ha publicado y exhibido en varios países, a veces me han premiado y a veces no.
Vivo en Monteverde, el bosque nuboso de Costa Rica.
Aquí comparto mis inquietudes, las cosas que aprendo y las cosas que amo.

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